jueves, 28 de enero de 2016

Nunca fuimos una generación (I)


Periodistas y periodismo en Tenerife antes y después de la crisis

Andrés Pomares Izquierdo

Generación, palabra hercúlea. Útil además para clasificaciones y estudios académicos. Con ella podemos englobar a muchos, respetando sus singularidades, sus diferencias. Y sobre todo establece temporalidades, inicios y finales abiertos, que se van escribiendo cada día.

Esta de la que hablamos es nueva. No es la perdida, ni la de la transición. Nada de eso. Es chiquita, provinciana, insular. Y dentro de ese mundo tan mini, se hace más pequeño al centrarse en una profesión, que aunque no es motor, sin embargo es ruidosa y despierta mucho interés, mucha atención por parte de quienes si mueven los hilos.

Periodismo y periodistas en la isla de Tenerife. Antes de la crisis del 2008 y después de ella. Una generación concreta, la de los años noventa. Una generación que sin acabar con la anterior, ha pasado sin pena ni gloria, sin dejar huella y sin lograr que en esta isla, el periodismo sea un contra poder, una alternativa a los que mandan. Fue una generación llena de genio, talento, pero que fracasó como movimiento, como lucha, como esperanza, que se limitó a hacer su trabajo, a cobrar por ello y luego a dejar que se lo arrebataran todo.

Una generación que no tiene que le escriba. Sorprende la ausencia de estudios, memorias, diarios, ensayos o algo que se le precie de los que la han compuesto y que durante años dominaron el panorama mediático de la isla. Tampoco se ha escrito sobre la generación que la antecedió y menos de los que quieren ahora sustituirla.

Es una generación puente, señora del fracaso, que no pudo desbancar a los que ya llevaban allí desde siempre y que no ha sabido pelear contra lo que vino desde fuera y arrasó con todo. La responsabilidad no solamente está en los que trabajaron en esos años en los medios de comunicación que en esos años estaban activos, sino en los empresarios y sobre todo en la incapacidad de todos de salvar las debilidades del modelo económico, empresarial y sociolaboral que no sobrevivió a la crisis del ladrillo.

Todo comenzó en La Gaceta de Canarias

Inicios de los años noventa. El panorama mediático esta bien delimitado y las cosas medianamente claras. Nadie se ha preocupado de analizar los productos que consume una sociedad en principio acomodaticia, pero estamos ante una generación de periodistas ya consagrados y muchos de ellos dirigiendo las empresas mediáticas. Es tiempo de la hegemonía del papel, sin discusión y el resto, subordinado a él.

Sin embargo los sectores progresistas de la isla quieren un periódico que les represente y que les permita acceder a la ciudadanía sin pasar por el aro de las clases más pudientes y conservadoras. Y se meten en este proyecto, consiguiendo que La Gaceta de Canarias sea una realidad.

Pero este no es el asunto a tratar. Aquí hablamos del lugar donde nació una generación de periodistas que intentó cambiarlo todo, pero que sucumbió ante la ciega pero inexorable estructura empresarial y política tinerfeña. Una generación que dirigida por sus antecesores, cómplices de los poderosos, cambió el periodismo que se hacía en la isla, pero que fue cercenado por la crisis, que tocó a administraciones públicas y empresarios de la construcción, las dos grandes fuentes económicas que hicieron posible a esta generación de periodistas, una de las mejores, sino la mejor, pero de la que nadie habla, nadie escribe y que casi es una palabra en la arena a punto de ser barrida por el viento.

Continuará

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